La inversión institucional está experimentando un giro profundo. Las tendencias ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) han adquirido un papel central en las decisiones de asset owners, gestoras y fondos de capital privado.
Más allá de la simple moda, estas tendencias buscan alinear resultados financieros con retos globales como el cambio climático, la equidad social y la transparencia corporativa.
Según la Encuesta ESG 2025 de BNP Paribas, que incluye a 420 propietarios de activos y gestoras en 29 países, se gestionan casi 33,8 billones de dólares en activos con criterios sostenibles.
Este informe confirma que la mayoría de los inversores institucionales mantiene un firme compromiso hacia la inversión sostenible, incluso ante episodios de volatilidad financiera.
Se observa además una clara evolución hacia enfoques ESG más específicos y sofisticados, que combinan impacto ambiental y social con rentabilidad y fomentan una comunicación más prudente sobre procesos.
El capital privado ha emergido como un gran impulsor de la economía baja en carbono, destinando recursos a la innovación verde y a la descarbonización de sectores tradicionales.
El avance de la inversión ESG está íntimamente ligado al desarrollo de marcos regulatorios. La Unión Europea, pionera en esta materia, lanzó su Estrategia sobre Finanzas Sostenibles en 2018 y la actualizó en 2021 junto al Pacto Verde Europeo.
Estas iniciativas han orientado miles de millones de euros hacia proyectos que promueven la resiliencia climática y la inclusión social.
El 30% de los fondos del Plan de Recuperación Europeo debe dedicarse a la lucha contra el cambio climático, garantizando un uso sostenible de las ayudas.
En España, la nueva directiva CSRD exige transparencia y rigor en la información ESG, aumentando la complejidad y la profesionalización de los procesos de reporte.
El crecimiento de las inversiones ESG ha sido notable en los últimos años, consolidándose como un elemento de resiliencia ante crisis globales.
Estos números ponen de manifiesto un alza constante, impulsada por la demanda de activos que integran criterios de sostenibilidad.
Forética identifica cinco ejes clave que marcarán el rumbo de la inversión institucional en el corto plazo:
Estas tendencias demuestran que la gestión más profesionalizada y sofisticada será esencial para enfrentar los retos venideros.
El análisis de fondos en mercados emergentes refleja prioridades y desafíos diversos. En Chile, por ejemplo:
Sin embargo, persisten retos como la estandarización de metodologías y la revelación de información relevante, lo que abre espacio para mejorar a medida que maduran las normativas.
Las inversiones ESG no solo responden a exigencias regulatorias, sino que actúan como motores de cambio para la economía y la sociedad.
El cambio climático, la pobreza y la igualdad de género requieren soluciones coordinadas que solo pueden financiarse mediante un enfoque integrado.
En España, muchas empresas del IBEX han comenzado a incorporar la valoración monetaria del impacto como una métrica corporativa relevante.
Al mismo tiempo, el talento verde y biodiversidad emergente se posicionan en el centro de las estrategias de recursos humanos y de innovación sostenible.
Se prevé que el impulso ESG se mantenga o incluso acelere hasta 2030, con una mayor integración de la sostenibilidad en la cadena de valor.
La doble materialidad y gestión de riesgos será un componente clave en la evaluación de activos, reforzando el vínculo entre rendimiento financiero y beneficio social-ambiental.
La inversión de impacto se consolida como un pilar esencial para financiar proyectos con rentabilidad y contribuciones tangibles a la sociedad.
Para quienes deseen explorar más a fondo este universo, estos temas ofrecen un camino de análisis y debate:
Referencias