El tejido del comercio mundial atraviesa una transformación sin precedentes, impulsada por nuevas normativas que redefinen flujos, costos y estrategias.
Analizamos cómo las principales potencias y regiones, especialmente México y América Latina, ajustan sus políticas y cadenas de suministro para sortear un entorno crecientemente proteccionista.
En 2025, el escenario internacional se ha visto marcado por un incremento de medidas proteccionistas en varias economías clave. Estados Unidos reactivó aranceles y medidas recíprocas, generando incertidumbre y ralentizando el ritmo de crecimiento del intercambio de mercancías.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) proyecta que el volumen global del comercio de bienes podría contraerse entre –0,2% y –1,5% si se implementan completamente las medidas recíprocas previstas. Este retroceso choca con la tendencia previa de expansión moderada, y evidencia las tensiones geopolíticas tras los ajustes en políticas arancelarias.
Para México, la entrada en vigor de las Regla General de Comercio Exterior (RGCE) 2025 representa un punto de inflexión. Estas disposiciones buscan fortalecer el control, reducir evasiones y promover la transparencia.
Además, se eliminó la exención para importaciones de bajo valor por paquetería, presionando a los distribuidores y consumidores finales a asumir mayores costos fiscales.
El ajuste en aranceles y procedimientos aduaneros tiene un efecto inmediato en la logística internacional. El comercio mundial de servicios de transporte apenas crecerá un 0,5% en 2025, frente al 2,9% previsto sin restricciones.
Las empresas deben blindar sus operaciones y diversificar proveedores para mitigar los efectos de la contracción del mercado y los nuevos controles fronterizos.
Ante la ola proteccionista, las compañías revisan sus estrategias de aprovisionamiento y producción. La relocalización —o nearshoring— gana terreno, pues asegura insumos críticos y reduce la exposición a aranceles elevados.
Sectores como la tecnología, la manufactura avanzada y la energía local se posicionan como apuestas estatales para fomentar autonomía estratégica.
Las organizaciones están implementando tres líneas de acción fundamentales:
La adaptación no solo implica costos: también abre oportunidades para empresas que ofrezcan soluciones tecnológicas orientadas a la trazabilidad y al cumplimiento normativo.
Más allá de las barreras arancelarias, emergen protocolos de soft law internacional para armonizar prácticas y promover estándares de sostenibilidad, protección de datos y cumplimiento fiscal.
Organismos multilaterales impulsan nuevos acuerdos de cooperación, así como guías de buenas prácticas que facilitan la adaptabilidad de los actores económicos.
El camino por delante combina desafíos y oportunidades. La renovada tensión geopolítica puede traducirse en:
Para América Latina, la coordinación regulatoria y el fortalecimiento institucional serán clave. Solo así podrán reducir su vulnerabilidad ante fluctuaciones externas y aprovechar el momento para consolidar sectores estratégicos.
En definitiva, el comercio internacional se reconfigura bajo el impulso de normas más estrictas y un entorno geopolítico volátil. La resiliencia, la innovación y la colaboración multilateral serán los pilares para convertir los retos de 2025 en oportunidades de crecimiento sostenible y dinamismo económico.
Referencias